El relato de uno/a mismo/a

Qué importante y necesario es para el ser humano el contarse historias. Historias sobre sí mismo/a, sobre los demás, sobre el  funcionamiento del mundo, sobre todo aquello en lo que podamos pensar,  sea pasado, presente, futuro, ficción o realidad. La vida se va haciendo al contarla y de esa forma se consolida también la memoria. Tan relevante es, que el cómo nos contamos algo condiciona la forma de experimentar nuestras vivencias, nuestras acciones y nuestros vínculos.

La narrativa en el proceso de psicoterapia

Uno de los objetivos principales del proceso de terapia, es que el/ la paciente sea capaz de pensarse y narrarse. La función de esto es lograr la transformación de historias a menudo desorganizadas e incongruentes, en relatos con conexión y estructura. Ejercicio que va a permitir que se genere una narración lo más completa y coherente posible, a través de la cual pueda comprender e integrar su biografía. Pensándonos y contándonos, elaboramos historias que ayudan a explicarnos quiénes somos y cómo hemos llegado al punto en el que nos encontramos. Hallamos comprensión a los orígenes, desvelamos significados velados y calculamos el impacto de nuestras vivencias en quienes somos.

El conocimiento que alcanzamos al pensarnos, va a ayudar tremendamente a que nuestras acciones se ajusten a la realidad interna y externa en la que nos encontremos. De hecho, esto integrado en un proceso de psicoterapia, ayuda a que las creencias rígidas (sobre uno/a mismo/a y/o sobre los demás) se flexibilicen. El poder transformador de narrarse, se sustenta en la posibilidad que ofrece  para interrelacionar eventos vitales aportando un significado novedoso, antes no pensado y no sentido. Siendo así, se dará mayor apertura para incorporar nuevas experiencias propias y formas de percibir e interpretar el mundo, más complejas y sofisticadas.

El espacio de terapia constituye un lugar de búsqueda y generación de nuevas narrativas que permiten al paciente mirar su existencia con un nuevo enfoque. Un enfoque más amplio, menos distorsionado, más analizado y pensado. Algo que conduce hacia algo novedoso, un rumbo nuevo más satisfactorio. En ese lugar, la relación terapéutica supone algo parecido a  un encuentro de narrativas. Encuentro en el que, paciente y terapeuta entrelazan ideas para que se produzca una transformación de antiguas representaciones en nuevos significados que disiparán viejas dificultades.

Identidad y búsqueda de sentido

El hacer memoria y narrarse incorporando datos desplazados, no tenidos en cuenta, reconstruye la propia imagen y da luz a antiguos y a nuevos yos. Pensarse en el sentido más extenso del término, da cuenta de la propia existencia. Este es un paso necesario para generarse una identidad realista, para saber quién se es y qué motivaciones subyacen a nuestros actos. Para diferenciar el “yo” de los “otros”.

La toma de consciencia de la historia que nos contamos sobre de quiénes somos es esencial para trabajar creencias negativas acerca de nosotros que coartan nuestro desarrollo personal. Sólo así podremos sustituir estas creencias por otras más ajustadas. O incluso para asumir que hay ciertas partes nuestras que no nos terminan de gustar. Respecto a estas últimas, el identificarlas hará más fácil su manejo con vistas a que nos limiten lo mínimo. Todo ello acompañado de la expresión  emocional necesaria y la traducción correspondiente de esas emociones.

Vivir una historia de agresiones frecuentes, ayuda a configurarse una identidad o un yo vulnerable. Seguramente sea necesario revisar esa biografía, buscando otras características con las que identificarse. Una forma podría ser seleccionando lo que M. White y D. Epston denominaban “acontecimientos extraordinarios”. Estos son aspectos de la experiencia que quedan fuera del relato dominante y que por lo tanto van en otra línea. Siguiendo con el ejemplo de la historia llena de agresiones, “acontecimientos extraordinarios” podrían ser momentos en los que la persona fue cuidada, puso límites o se defendió.

Cuando se seleccionan y enlazan momentos vividos para generar un relato sobre los mismos, no solo se explora la memoria de lo propio. En ese acto, también se reflexiona sobre el contexto familiar y sociocultural en el que esas experiencias tuvieron un sentido. El comprender el sentido de aquello que pasaba a nuestro alrededor e impactaba en nosotros, nos ayudará a elaborar los duelos pertinentes. A asumir y colocar que a veces los hechos no acontecieron como deseábamos o incluso necesitábamos.

Coherencia de la narración

Como ya se ha señalado, algo que debe tener una narrativa para surtir su efecto reparador es coherencia. Esta cualidad alude a la capacidad de organizar los elementos que componen la historia en un todo significativo. Tiene que ver con la integración de los aspectos de la experiencia narrados dando un sentido de unidad y con un propósito. Aquel hilo conductor entre el pasado, lo actual, las expectativas acerca del futuro y nuestras metas.

Cristina Albo Mulas

Psicóloga Sanitaria Nº Col.: M-32247

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