¿PODEMOS SUPRIMIR LAS EMOCIONES?

En nuestro día a día tenemos que lidiar con numerosas emociones. Algunas las vivimos como agradables y otras pueden ser extremadamente desagradables. Todas ellas tienen una función: nos envían información sobre lo que necesitamos, las cosas que van bien y no tan bien o posibles amenazas para nuestro bienestar. Es como si tuviéramos un mensajero interno que nos envía mensajes en forma de emoción. Todos estos mensajes, son enviados con una intención constructiva.

Algunas emociones se viven de manera muy intensa y no nacemos sabiendo gestionarlas. Cuando no nos permitimos experimentar una emoción o no conocemos nuestras capacidades de gestionarla, podemos intentar suprimirla. Observamos a nuestro mensajero interno con un nuevo comunicado, pero no le hacemos caso. Dejamos el mensaje almacenado en un rincón, donde no moleste. 

A corto plazo, puede parecer que ha desaparecido y generar alivio, pero siguen llegando mensajes y, cuanto más acumulemos en ese rincón, más intensa se va haciendo la emoción. No podemos eliminar una emoción, solo reprimimos una parte de ella, por ejemplo, los pensamientos que le acompañan.

Ley de los vasos comunicantes emocionales

La expresión de la emoción tiene tres componentes:

  • Cognitivo: los pensamientos.
  • Fisiológico: las reacciones corporales.
  • Motor: lo que hacemos, lo observable.

Cuando hablamos de suprimir una emoción, a menudo lo que hacemos es bloquear uno de estos componentes. Por ejemplo, llenar el día de distracciones para “no pensar”. Imagínate que estos tres componentes, están conectados y en equilibrio, como si fueran vasos comunicantes. Si bloqueamos uno de ellos, los otros dos se desbordan. Si seguimos con el ejemplo de bloquear el componente cognitivo, “no pensar”, la emoción puede salir en forma de dolores físicos o insomnio, entre otros, además de dificultar el autocontrol.

¿Cómo se gestiona una emoción?

  • Identificar la emoción. Para entrenar la gestión emocional, el primer paso es  identificar lo que se está experimentando. Una estrategia para ayudarte a poner nombre, puede ser llevar un diario de emociones, tratando de identificar las más intensas o recurrentes de cada día.
  • Aceptar y comprender la emoción. Una vez identificada, la aceptación es fundamental. En lugar de luchar contra ella, acepta que esté ahí e intenta comprender por qué la estás experimentando, de qué te está avisando tu mensajero interno.
  • Regular la emoción. La regulación puede ser contigo mismo (autorregulación) y con el apoyo de alguien (corregulación). Puedes identificar y hacer una lista de estrategias que te ayuden a manejar las emociones más desagradables.

Algunos ejemplos pueden ser :

Darte un paseo

Identificar pensamientos que te ayuden (p. ej. “esto también pasará”)

Hablarte de manera amable, compasiva

Darte una ducha relajante

Es importante también dejarte acompañar, hablar sobre lo que estás experimentando. Compartir lo que sientes con alguien que sepa escuchar, ayuda a ordenar los pensamientos, sentirte comprendido y darle el valor que tiene.

¿ Crees que tiendes a ignorar los comunicados que te trae tu mensajero interno en forma de emoción? Puede ser el momento de empezar a prestarles atención, mejorar tu autoconocimiento y buscar maneras más funcionales de canalizar tus emociones.

Una emoción no causa dolor.

La resistencia o supresión de una emoción, sí

(Frederich Dodson)

Leire López Vega

Psicóloga General Sanitaria

Nº Colegiada M-37089

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