¿Qué es la comunicación perversa?

La comunicación perversa es considerada un tipo de maltrato. Este tipo de comunicación tiene como base la manipulación por parte de un individuo a otro (o a un grupo). Cuando tiene lugar, el/ la interlocutor/a se siente mal, confuso/a y puede dudar sobre sus propias percepciones en cuanto al mensaje que ha recibido.

La psiquiatra Marie-France Hirigoyen, describe algunas estrategias que emplean los perversos y que van destinadas a quedar por encima de su interlocutor. Así, hunden la imagen de la persona con la que se relacionan. A continuación, se exponen algunas de estas estrategias:

1. Rechazo de la comunicación directa

Al no hablar, el/la perverso/a puede proyectar una imagen de grandeza. No menciona nada con claridad pero lo insinúa todo. Si la víctima plantea preguntas, estas no son contestadas y si lo son, es con respuestas ambiguas que generan más confusión. Además, la víctima no goza del “derecho” de ser escuchada/o. Veladamente y sin palabras, el mensaje que envía el/la perverso/a es que el otro/a no le interesa. Rechazar un diálogo claro sobre el conflicto es un modo de agravarlo y de hacer que la responsabilidad del mismo recaiga en el otro/a implicado/a.

2. Deformar el lenguaje

La voz que utiliza el/la perverso/a al hablar con su víctima suele hacer que esta se sienta incómoda, temerosa e incluso alerta. Su tono frío, sus palabras y gestos pueden sentirse despectivos y burlescos, sin ser algo demasiado explícito. Es decir, los ataques verbales del/la perverso/a a menudo son vagos e imprecisos. Además rara vez alzan la voz en sus discusiones o ataques, aunque el mensaje que transmitan está cargado de agresividad. También pueden llegar a mantener discursos que se contradicen entre sí. Esto deja al/la interlocutor/a con una sensación confusa, dudando de si es normal sentirse cómo se siente o si lo que percibe son imaginaciones. Al hacer algún reproche o al señalar la incongruencia, frecuentemente la respuesta del perverso/a es la negación: “yo no he dicho eso”.

3. Empleo del sarcasmo, la burla y el desprecio

Las agresiones “medio en broma, medio en serio” son habituales en las interacciones con estos perfiles. Estas burlas y desprecios a menudo van disfrazados, a modo de insinuación. El/la perverso/a disfruta del daño de la víctima. Mientras, la persona que recibe estos mensajes inicialmente no reacciona y tiende a excusar al agresor/a. Al cabo del tiempo toma conciencia, pero para entonces esta dinámica suele estar ya instaurada. 

Algunos ejemplos de comunicación en este punto serían:

– Burlarse de las convicciones, gustos o ideología de la víctima.

– Dejar de hablarle y humillarle en público.

– Ridiculizar sus puntos débiles.

– Hacer alusiones desagradables sin aclararlas.

– Cuestionar sus capacidades de decisión y juicio.

4. Mentir

La comunicación perversa también tiene como característica el uso de insinuaciones hostiles y silencios que nunca son aclarados. Así se generan malentendidos que el/la perverso/a puede utilizar en su propio beneficio. Cuando el interlocutor protesta, suele encontrarse con mensajes que tratan de rectificar lo dicho en beneficio de su propia imagen sin alguna empatía. Con esas justificaciones, el emisor además culpa a la víctima por ofenderse: “no lo decía por ti, que susceptible eres”. El/la perverso/a muestra una actitud muy alejada del reconocimiento de lo dicho y de la intencionalidad con la que emitió el mensaje. A sus ojos, la responsabilidad siempre es de los demás y no tendrá escrúpulos en el momento de defender esa postura.     

5. Emplear la paradoja

El/la perverso/a trata de hacer que el/la otro/a dude de lo que sienta y piensa al recibir una de sus agresiones. En ellas, habitualmente no hay congruencia entre lo que dice y cómo lo dice: el lenguaje verbal no concuerda con el no verbal. Verbalmente, el/la agresor/a emite un mensaje pero sus gestos, tono, expresión, etc. denotan todo lo contrario. Esto es un discurso paradójico: hay un mensaje explícito (lo que se dice), y otro sobrentendido (cómo se dice), y ambos no coinciden. El/la agresor/a niega rotundamente el segundo mensaje, y cuando se alude a ello, se ciñe en exclusiva a sus palabras textuales, a lo que dijo literalmente.       

6. Descalificar

A través de esta comunicación y en concreto mediante la descalificación, se le hace creer al interlocutor que no tiene ninguna cualidad. Se le “machaca” con mensajes y actitudes que hagan que termine por convencerse de que su valía es nula. Inicialmente el perverso lo hace de manera oculta, con mensajes poco explícitos: insinuaciones, críticas indirectas, miradas de desprecio, etc. Justamente, el hecho de que sean descalificaciones indirectas, dificultan una defensa por parte de la víctima.

7. Divide y vencerás

El/la perverso/a cuenta también con la habilidad de enfrentar a unas personas con otras, provocando rivalidades y conflictos. Elige bien el momento para ello y entonces genera el desastre y la división. Revela comentarios de terceros, hace alusiones que siembran la duda, utiliza la información que tiene a fin de generar confrontaciones o directamente recurre a mentiras. Otro de los recursos de los que hace uso es la difusión de rumores que dejan en mal lugar a un individuo o a un grupo.

8. Imponer autoridad

La manera de relacionarse del/la perverso/a y su comunicación instan a la víctima a que actúe como él/ella desee. Se desenvuelve con su víctima generando miedo y esperando recibir una obediencia pasiva. El/la perverso/a se considera más poderoso/a que su víctima y abusa de ello. El/la agresor/a asume un papel de dominación, subyugando a la víctima que se coloca en un rol de sumisión.

Si estas palabras te han resonado y te han generado malestar, ya sea por haberlas escuchado o emitido, tienes la opción de buscar ayuda profesional. Cuenta con ello.

Cristina Albo Mulas

Psicóloga Sanitaria Nº Col.: M-32247

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